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Uno ingresa al teatro y ya comienza la función antes que lleguen las actrices. El escenario abierto, preparado con una carpa y algunos elementos, nos dan la oportunidad de ir anticipando de qué se trata la obra y empezar a imaginar qué tipo de historias se desarrollarán. Crea motivación, favorece la curiosidad y la creatividad.  

Durante toda la obra los niños y niñas reciben información desde diversas vías sensoriales. La utilización de distintos estímulos y recursos favorece la comunicación a través de variados canales, fomentando el aprendizaje y la comprensión por parte de los pequeños y grandes espectadores. Combinan discursos lingüísticos a través de narraciones orales, con variedad y atractivos apoyos visuales, música y movimiento. Se destacan también por la expresión a través de todo su cuerpo y la comunicación no verbal, manteniendo el acercamiento con el público desde la mirada, las sonrisas y generando un intercambio permanente con ellos. Desde las butacas se observa a los niños y niñas compartir la emoción que transmiten las actrices e incluso hacen algún movimiento corporal como ellas, por ejemplo mover sus bracitos mientras ellas desplazan esferas lumínicas sobre sus cuerpos. Aquí se ponen en juego las neuronas en espejo que son aquellas que se activan cuando un sujeto ejecuta una acción y se observa esa misma acción siendo ejecutada por otro sujeto. Uno de los efectos positivos de estas neuronas es la empatía, que permite a los espectadores ponerse en lugar de los personajes, comprender cómo se sienten y qué están experimentando, el compartir las emociones con los demás. Al presenciar las emociones de los personajes en la obra, los espectadores pueden conectarse con ellos a un nivel emocional y desarrollar una mayor comprensión de distintas perspectivas y experiencias. 

Todo lo que transcurre en la obra pone el foco en las emociones. 

Las emociones son respuestas psicofisiológicas que experimentamos en relación a eventos o situaciones que nos rodean. Son parte integral de nuestra vida. Nos ayudan a comunicarnos, comprender nuestro entorno, tomar decisiones. Entre las emociones básicas comunes podemos mencionar la alegría, la tristeza, el miedo, la ira, entre otras y existen muchas más emociones complejas. Promover la educación emocional en las infancias es importante porque influye en el bienestar general de las niñas y niños, así como también en su desarrollo social, emocional, académico. Esta obra ayuda a los niños a comprender y reconocer sus propias emociones, expresarlas de manera saludable y adecuada. Favorece el autoconocimiento, la empatía, la teoría de la mente. Plantea la resolución de situaciones cotidianas para los infantes, la toma de decisiones a partir de diversas alternativas y sus consecuencias, la relación pensamiento-emoción-conducta. Nos invita a resolver situaciones de la vida de manera asertiva, sin agresividad ni pasividad. Entendemos por asertividad la habilidad social para comunicar y defender los propios derechos e ideas de manera adecuada y respetando a los demás. Enfatiza la percepción del cuerpo y cómo está nuestro cuerpo mientras vivenciamos distintas emociones. Validan las emociones que sentimos y nos ayudan a reflexionar acerca de cómo gestionarlas eficientemente. 

Es una obra que invita a la reflexión, a pensar desde que ingresamos al teatro, durante el transcurso del espectáculo y lo más interesante es que trasciende, que invita a seguir pensando y reflexionando más allá… en familia, con la escuela, con amigos, en comunidad… movilizar, interpelar y generalizar a otros ámbitos lo vivenciado en ese hermoso show. Las Parlanchinas son promotoras de educación emocional a través de un ámbito no formal que alcanza a muchísimas y variadas infancias.

MARIANA GIACCHINO

LICENCIADA EN PSICOPEDAGOGIA Y PROFESORA DE NIVEL INICIAL

psicopedagogiacchino@gmail.com

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